Al arquitecto James May nos lo imaginamos de niño pasando horas y horas montando mil y una construcciones con piezas de Lego. De ahí debió nacer su gran pasión por la arquitectura y su enorme capacidad para soñar. Y debió ser esta última la que le llevo a realizar un proyecto que sólo pueden emprender los que llevan un niño dentro: construir una casa real de dos pisos con piezas de Lego. La casa fue levantada con la ayuda de mil voluntarios y ocupó tres millones de piezas. Contaba con un inodoro, lavabo y ducha aunque, según expresó James, tenía la cama más dura en la que había dormido nunca, es lo que tiene el Lego que no hay versión acolchada. En la cocina había artículos como tostadora y batidora. En pocas palabras, estaba diseñada para sobrevivir. Finalmente la casa tuvo que ser desmontada por inestable, ¡qué pena! Pero ahí queda esta espectacular experiencia que os mostramos en este vídeo. No os lo perdáis.